eL nO LuGaR
Por alguna extraña razón, hoy, en mi búsqueda de inspiración, sólo logro pensar en una cosa: vacío… grande, profundo, intenso vacío.
No sé si es por el largo tiempo que ha pasado desde que escribí mi último ensayo, o por la sensación con la que quedamos luego de las festividades, pero el vacío es lo único en mi mente ahora. Y la sensación es tan fuerte que invade mi cuerpo. No logro mantenerme sentada. Siento que levito entre mis libros y recuerdos. Me falta el aire… no puedo respirar.
Entonces, decido dar un paseo; salir a la calle y sentir el vacío en mitad de la ciudad y experimentar sensaciones.
Un concepto aparece en mi memoria. Voy en búsqueda de ese no lugar del que hablaba Marc Augé. Recuerdo que él, al definirlo, se refería a las autopistas, habitaciones de hotel, aeropuertos y supermercados, pero para mí, hoy especialmente, el concepto va más allá. Va mucho más allá de un lugar físico “de transitoriedad que no tiene suficiente importancia para ser considerado como lugar”. Pienso que el no lugar lo llevamos dentro de cada uno de nosotros; que así como todos tenemos un eterno deseo de encontrar ese lugar al cual llamar hogar, también tenemos un deseo, uno quizás más pequeño, uno que preferimos ignorar y ocultar, que nos hace querer seguir siendo nómadas, seres sin ataduras ni restricciones.
Es algo similar a lo que define el concepto del yin y yang, que representa la dualidad de todo lo existente en el universo. Este símbolo siempre ha atrapado mi atención: “En todo lo bueno siempre hay algo malo y en todo lo malo siempre hay algo bueno”. Hoy se me ocurre que no hay concepto más completo y más amplio a la vez… Creo que podemos aplicarlo a todo en la vida.
Dejo de divagar por un momento, y me hago consciente del lugar en el que me encuentro. En mi recorrido por las calles, intento percibir las vibraciones de los espacios; de los llenos y los vacíos. Vibro intensamente en las calles estrechas y siento mi energía fluir libremente en las plazas y parques. Mi recorrido se convierte en un conjunto de emociones negras y blancas, y me doy cuenta de la importancia de los contrastes en la ciudad; de lo valioso de los vacíos, porque sin ellos, viviríamos aturdidos, en ausencia eterna de un escape, de un lugar en el cual convertirnos en nómadas por un rato. Empiezo a divagar de nuevo.
Recuerdo mis años en la Universidad y los proyectos de urbanismo saltan en mi memoria. Me doy cuenta de que, cada vez que iniciaba algún proyecto de corte urbano, empezaba por crear un plano de llenos y vacíos (figura-fondo). Sólo así, a través de esas manchas blancas y negras danzando en perfecta armonía, lograba empezar a darle vida al proyecto.
Hoy pienso en lo importante de esos planos nolli que realizaba mientras vivía la vida en piloto automático. Ellos eran el reflejo de la necesidad imperiosa de darle un respiro a la ciudad. Era la manera ideal para, en dos dimensiones detectar cuándo o dónde la ciudad necesitaba del vacío, y cómo era posible conectar los vacíos convirtiéndolos en redes blancas.
Una vez leí, que “la arquitectura es la intermediaria entre la nada y el todo”. Esta frase se aferró fuertemente a mis neuronas y se ha resistido al tiempo y al olvido. Hoy, aparece en medio de mi vacío para darle un vuelco a mis pensamientos.
El todo siempre parte de la nada, del vacío. Como artistas tomamos un espacio en blanco y lentamente lo cubrimos con pinceladas negras hasta descubrir un espacio balanceado; y es nuestro deber saber cuándo parar, cuándo logramos obtener la cantidad justa de lleno y de vacío.
Sólo algunas cosas quedan en mí, quizás las más importantes, quizás las que no debería recordar, quizás no queda nada. He aprendido a vivir de noche y a llorar dormida, despertar en los sueños y escapar. Qué tan pequeño sea el mundo no me interesa, si mi casa es tan grande, siento los vacíos en cada rincón. Escribo por necesidad como la mayoría de las cosas que hago, le pierdo el sentido a las cosas, se me pierden las cosas.
En este lugar se pasa el tiempo volando, siento que todo lo que existe me observa, cada árbol es una persona, todo parece vivir, y el sonido del mar se confunde, me duele… y no sé qué pasa, y es que podría estar un día entero sin moverme, y un día entero pensando, y está claro, prefiero andar sola , sola en este lugar, no soy de allá, prefiero ser de esto, aunque soy más bien de ti, parte de mi se va con ese sonido, hasta los pájaros me parecen lejanos, quizás el perderse no era tan malo, ahora siento el calor en mi cuerpo, ¿será que salió el sol? aún no lo veo, pero mis pies parecen sentirlo, cada grano me quema, mentira, sigue nublado, igual que ayer , igual que hoy , y más que nunca.
Gladys Peña
EL NO-LUGAR
Es el espacio ocupado por todos aquellos creadores que por distintas razones, no comulgan con lo establecido, mantienen una disputa con el gusto del momento, no entran dentro de los estándares que marca la moda artística, no se socializan con los críticos en la práctica de la concursantica, donde vence lo sorpresivo de la obra, el juego visual o la ultima filigrana tecnológica. En este mundo de circo, solo vende el que controla los medios de masas, el que consume más recursos para formar elementos megalómanos o implica a más público dentro de las salas de exposición, el arte-espectáculo.
Los otros somos los artistas del susurro, de la obra intimista, aquellos que no vociferamos en grandes formatos, que mantenemos propuestas propias y personales, de discurso continuado y continuo, donde la obra es labor de toda una vida, que no nos importa ir a destiempo.. Que nunca hemos estado en el preciso momento, ni en el lugar adecuado.
Solo la constancia y el empeño consigue que seamos reconocidos con el paso de los años, o quizás no, ¿realmente importa? cuantos son, los que no ha llegado su hora y se mantienen en el limbo, en el no-lugar
De la misma manera que la tierra, “el arte es para quien lo trabaja”, al primero que benéfica es al artista, a su propia realización personal, a su propio desarrollo, lo que suceda después con la obra es puro mercantilismo, de la obra recién terminada se sacan experiencias, como de la vida..
El no-lugar, es el limbo, para los fotógrafos que no entran dentro de las corrientes de moda, que no participamos de los géneros, paisaje, retrato, desnudo, reportaje. Creo que por no ser, no soy fotógrafo puesto que no trabajo con la realidad. Quizás solo sea el friki de los muñecos articulados... pero eso, creo que lo tienes que juzgar tu.
Cayetano Fernández